Cuando el destino nos alcance

Charlton Heston en el rol del detective Thorn, en la película Soylent Green, conocida en castellano como Cuando el Destino nos Alcance.

Según algunos, fue Homero—ese extraordinario trovador, el primero en introducir la noción del destino. A los estoicos se les señala de primero haber racionalizado sobre el tema. La noción de la existencia de leyes universales inmutables, ya fuere que existiesen eternamente (concepto filosófico en el que no ahondaremos ahora) o fuesen el producto de la creación por un Ser Superior; el cual jugaría en este caso el papel de inmutable y eterno, conduce lógicamente a la paradoja de la existencia del destino.

Según esta visión, la estructura mecanicista del cosmos, crea las condiciones para que sus elementos se encuentren obligados a describir una orbita o trayectoria (uso aquí estos términos en el sentido mas general posible), que aun siendo muy compleja, se halla del todo determinada por las condiciones iniciales que contribuyeron a su existencia. En otras palabras, en nuestra familiar noción de ley, de causa y efecto, se encuentra inserto el concepto del destino.

Amigo lector, según lo expuesto, su existencia, la mía, la interacción que todos podamos tener, la sucesión histórica de eventos, fue predeterminada en el instante primordial de la creación, o en su defecto esta inscrita en el patrón fundamental de la Ley que rige la realidad ultima. Naturalmente, como contrabalanza, podemos hablar del libre albedrío como el venero que dirige nuestra barca, por las turbulentas aguas del rió del tiempo.

Así pues, cuando los destinos griegos determinaron la suerte de Héctor, no hacia Homero mas que reflejar un principio filosófico, que desde tiempos inmemoriales perturba al animal racional que somos todos.

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